¿La promesa? Que cuando tus pupilas se dilataran con la luz del Sol de la mañana, tomaría de una vez por todas las riendas de su destino, y no dejaría que nada ni nadie, lo obligaran a agachar la cabeza de nuevo. El sería el alcohol de su vida, aquel que toma el control sin que me diera cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario